Deportes/11/17/2020

Biodegradable: El sello Hohenstein para productos biodegradables

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La mayoría de los productos acaban en la basura doméstica al final de su vida útil. Para garantizar que los productos son biodegradables, los Institutos Hohenstein han desarrollado un sello de biodegradabilidad.

Biodegradable textile products should dissolve completely in the soil.

La etiqueta de biodegradación existe desde 2015 y es cada vez más importante en la evaluación de los textiles sostenibles. Esto se debe a que las empresas no solo deben actuar de forma responsable en la producción de sus productos, sino que en el futuro también deberán hacerlo cada vez más en su eliminación. Los productos textiles biodegradables deben disolverse completamente en el suelo y los residuos de los procesos de teñido o acabado no deben tener ningún impacto negativo en el medio ambiente. Pero esto no se aplica a todos los productos fabricados con fibras naturales. Muchos productos textiles están acabados con tantos productos químicos que no se biodegradan sin contaminantes, aunque en realidad sólo estén hechos de algodón. Para aclarar esta cuestión a los fabricantes textiles, los Institutos Hohenstein han creado un sello que comprueba y evalúa la biodegradabilidad de los productos textiles en el suelo.

Prueba de larga duración en el suelo

Hohenstein observa de cerca todo lo que ocurre cuando diversos materiales a base de fibras se pudren en el suelo: con qué rapidez o lentitud se disuelven, qué queda de ellos. La prueba suele durar entre cuatro semanas y doce meses, dependiendo del material y de la pregunta de investigación, y puede llevarse a cabo en condiciones de laboratorio definidas o en condiciones de campo relevantes para la práctica. Las pruebas se llevan a cabo en suelos de ensayo normalizados en condiciones aeróbicas, en las que se controla la actividad biológica mediante diversos parámetros como la temperatura, la humedad del suelo, la demanda química de oxígeno, la respiración del suelo, etc.
Al final de las pruebas, se determina la tasa de degradación del producto en función de lo que queda del material, así como la compatibilidad o contaminación medioambiental. Esto se determina mediante pruebas ecotoxicológicas o análisis químicos.

Para recibir una etiqueta o un certificado, debe poder comprobarse una degradación de al menos el 90% al cabo de doce meses. Además, los residuos deben ser ecológicamente inocuos.